jueves, 13 de junio de 2013

Enhorabuena

Enhorabuena a toda la Tertulia, a todos los que habéis participado con la lectura de vuestros poemas, propios y seleccionados, en la exposición de Juan Vallejo "Misticismo Abstracto".
Un gran rato entre amigos, rodeados de arte y artistas, unos momentos de paz, de alegría, de recogimiento, de compañerismo y amistad. Unión de la poesía y la literatura.
Enhorabuena querida Tertulia.



"La pintura es poesía muda; la poesía, pintura ciega."

 L. D. Vinci.


miércoles, 5 de junio de 2013

COSAS DEL DESTINO

Quizás el destino está escrito de antemano, pero yo creo que la culpa de todo la tuvo el despertador
Puede que olvidase ponerlo o tal vez se estropeó, el caso es que cuando desperté el sol lucía y yo había perdido el autobús de las 7,30  justo el día más importante de mi carrera.
Para intentar ganar tiempo cogí un taxi y apremié cuanto pude al conductor y sin explicarme como colisionamos con otro vehículo.
En urgencias tardaron en atenderme, ¡ya saben la sanidad pública! así que llegué a la oficina escayolada, dolorida y confusa a las 12,30.
La reunión ya había acabado y había sido un éxito. Todo había ido según el guión salvo que mi jefe me había ninguneado y se había adjudicado todo el mérito del proyecto.
Le hubiera matado allí mismo, pero tuve que sonreír y asistir a la comida coja pero con la mejor de mis sonrisas.
Para templar los nervios bebí demasiado y naturalmente hablé demasiado.
Al terminar la comida, mi jefe me susurró suavemente que estaba despedida.
A la mañana siguiente quise estar muerta, pero al mirar atrás solo recordaba que el despertador no había sonado.

lunes, 27 de mayo de 2013

Tertulia del 23 de mayo



Hola, Compañeras y compañeros de inquietudes literarias:
SE ACORDÓ, a propuesta de nuestro amigo Fernando Ortega, acompañar al pintor Juan Vallejo, en su exposición, Misticismo Abstracto, con una velada poética  sobre esta temática. Se realizará el día 13 de junio, pues coincide con tertulia; pero os convocaré algunos días antes para ver y ensayar los poemas que hayamos elegido cada cual, ya que pueden ser propios o de otro autores.
TAMBIÉN se habló de organizar una clase para que los torpes aprendamos a entrar en nuestro blog.
CREEMOS QUE, durante el mes de diciembre de 2013, publiquemos el número 13 de Caleidoscopio para adultos; pues tenemos unos realillos por ahí, a los que sumaremos las cuotas que vengan.
LA TAREA para la última tertulia de la temporada, el 27 de junio, versará sobre la palabra ALARMA
Un abrazo caleidoscópico.
Luis Carlos

viernes, 24 de mayo de 2013

!!!ALARMA!!!!



El tema elegido para esta quincena es !!!Alarma!!!!
Y ahora... a trabajar.

lunes, 13 de mayo de 2013

La Ausencia

Me sumo a la tarea de la tertulia de las terrazas y como prometí aquí está mi visión particular de "sentados en la terraza"


Desde la terraza de aquella casa ella veía pasar la vida del barrio. La misma gente, los mismos vecinos cada día; a veces alguien nuevo que no despertaba su curiosidad más allá de la frutería o la panadería de la calle de abajo, hasta dónde alcanzaba la vista .
Por allí va "el Chituris" se decía, y el "pobre León", el único indigente del barrio arrastrando su colchón de un lado a otro; la del "Moño", la "párroca", y esas chicas que parecen pastoras con esos pantalones de tela vaquera, pantalones, que ella, tan presumida, tan peripuesta, no hubiera llevado nunca, ni en sueños, si es que en su época hubieran estado de moda.
Todos los que iban y venían mantenían el mote que se habían ganado sólo por pasar a menudo bajo aquel balcón, y que bien señalaba sus características: La del "Moño" era bien fácil de precisar, "el Chituris" porque era flaco como un chistu, la "párroca" porque le cabía la suerte de ser la hermana del párroco. Otras veces el mote marcaba sutiles coincidencias difíciles de precisar, como el "pobre León", que sí que era pobre, se creía que por voluntad propia, pero ni se llamaba León ni tenía nada que ver con esta ciudad o con este animal.
Aquellas personas conservaban, sin saberlo, los apodos que les había puesto él, con aquél humor irónico del que siempre hizo gala. Se salvaban las "pastoras" que eran totalmente de la cosecha de ella y se podía aplicar indistintamente, de forma algo machista, a culaquier mujer que vistiera con vaqueros. No había "pastores" en aquella calle de barrio.
La terraza de aquel piso se había convertido en la butaca que daba al escenario de un mundo particular, pequeño y conocido. Desde que él murió sólo veía aquel espectáculo, sin participar, abiertos los ojos y cerrada el alma. Aquella balconada estaba marcada por la ausencia de su marido, falta de su presencia, huérfana del humo de los cigarros fumados a escondidas, vacía después de tantos años compartidos, uno a uno, día tras día.
Seguían pasando por allí los mismos personajes, continuaba cantando el periquito azul en su jaula, pero él ya no estaba y aunque la terraza permanecía abierta el corazón de ella se había cerrado con las puertas de la tristeza y ni siquiera el andar ligero de la del " Moño",  el deambular ahusado del "Chituris" , o las idas y venidas del "pobre León" podían arrancarle una sonrisa. Su corazón no volvería a abrirse.

viernes, 10 de mayo de 2013

EL CUPON, LA SUERTE, PAQUITA....


Esta es la tarea para la próxima reunión, venga muchachos... a trabajar.

Sentados en la terraza


Sentados en la terraza.... (ese es el tema que teníamos propuesto para el 9 de mayo del 2013) si os apetece colgar vuestros escritos.

viernes, 3 de mayo de 2013

"Chopada" de casi verano

Se acerca la estación de las pelusas y me atrevo a dejaros unas pocas, para ir preparando el terreno.


Calor y sin embargo nieva. Blancos copos plumosos sobre el parque vuelan a merced del soplo cálido, sin destino, leves, casi inexistentes como los sueños, pero tan reales.
Es en la pelusa de esos chopos donde quizá residan los deseos, como anhelos intangibles que se escapan con la brisa, llevan con ellos la música de las mareas lejanas, los secretos de las estrellas, el regalo de un beso, risas infantiles, el llanto de los tristes y el devenir de una nube convertida en tormenta, ilusiones, un adiós, un vuelve pronto y un te espero.
Nievan semillas algodonosas sobre el parque, como cada año, y me pregunto si con ellas viajarán también las fantasías que no se han cumplido todavía, y, si alguna llegará a su destino o quedarán perdidas y olvidadas, una vez más, otra vez, siempre.

lunes, 22 de abril de 2013

El PREDICADOR

Os dejo esta vez este relato que algunos ya habéis oído en nuestra tertulia. A disfrutar del Día del Libro.


Hacía frío, mucho, pero ahí estaba él, en su esquina, recitando las sagradas escrituras para un público que sólo él veía, al que arengaba, detrás de sus gruesas gafas, con movimientos de la mano que seguían sus palabras: el dedo índice alzado, los ojos, perdidos tras las lentes, elevados al cielo, en la actitud del que enseña algo sublime, inmortal, poco apto para mentes sencillas y mundanas.
Desgranaba las bienaventuranzas, los versículos bíblicos en los que el Padre Eterno acoge a sus hijos con infinita misericordia, o aquellos en los que la ira de Dios se hacía patente contra los injustos y pecadores. Enlazaba unos tras otros de memoria, sin cambiar la retahíla, en perfecta sucesión, y adoptaba una voz rítmica, monocorde, que no se alteraba ni en los pasajes más tremendos, con monotonía constante.
La gente al pasar alcanzaba a escuchar algunos retazos de su letanía, se miraban y se sonreían encogiéndose de hombros; después de todo el predicador no parecía peligroso, ni siquiera pedía limosna, ni le iba a nadie detrás. Se conformaba con su esquina, allí, cerca de los arcos de la plaza, donde bien erguido comenzaba su perorata día tras día.

Hubo un tiempo en el que el predicador quiso ser cura. De niño, en el pueblo, fue el primero de la clase en saberse el catecismo, era el que mejor ayudaba en misa al párroco, el que leía las lecturas los domingos y se las aprendía de memoria con pasmosa facilidad, era quien hacía todo lo que le mandaban, si hasta ayudaba a las mujeres a barrer la iglesia y raspaba como nadie los gotones de cera que se quedaban adheridos a las tablas del suelo con pegajosa tenacidad.
Así que, cuando tuvo edad, lo enviaron al seminario, aunque el cura y su abuela y todos los demás sabían que en la cabeza del chico faltaba alguna cosa, alguna luz que lo diferenciaba de los demás y lo convertía a su pesar en un ser algo extraño, inofensivo, pero raro.
El cura creía que aquello había sido a causa de su madre, que lo tuvo soltera; como un castigo divino o algo así que había recaído en el fruto del pecado. Después de todo una vez que vino al mundo el muchachito, la madre lo dejó a cargo de la abuela y nunca más volvió por aquél pueblo que la miraba de reojo y murmuraba de ella a las espaldas e incluso a la cara y no la dejaba vivir en paz.

La abuela no pensaba como don Julián, el cura, no creía en los castigos divinos, pero también echaba la culpa a la madre, aquella hija casquivana que se preñó en agosto con algún cosechero venido de quién sabe dónde, y que desde que se supo agraciada con aquél premio quiso por todos los medios deshacerse de la criatura, y hasta recurrió a un herbolero mal nacido que que no mató al chiquillo pero casi mató a la madre. Aún así el futuro predicador vino al mundo y fue a parar al seminario.
El día que el rector de tan insigne institución le dijo que nunca podría ser cura, aunque se supiera ya, a esas alturas, la Biblia de memoria, los breviarios y las disertaciones de los primeros padres de pé a pá , el predicador se quedó mudo de repente por una vez en su vida, miró sin ver y algo definitivo terminó por romperse en su interior.
Del seminario pasó directamente al hospital provincial donde se hallaban recogidos muchos como él, todos aquellos que ya no tenían una abuela para cuidarles o familiares que pudieran hacerse cargo. Allí estaban todos esos a los que el cerebro, la vida, les había hecho un guiño apartándoles de la normalidad.
Así que ahora, el predicador, sin iglesia y sin feligreses, predica desde su esquina cada vez que le dejan salir del hospital y el viento frío se lleva sus palabras para quien quiera oírlas, como si por fin el pobre muchachito de pueblo hubiera conseguido abrirle otra puerta al mundo y arrancarle una sonrisa de compasión.

martes, 2 de abril de 2013

La Prisa

Hola amigos tertulianos, ya veo que por aquí no ha habido mucho movimiento, no me cansaré de animaros. Puesto que ya se nos han acabado, a algunos, las vacaciones os dejo este relatito con el que a veces, me temo, nos identificaremos.



Siguió actuando como si la vida y lo que realmente le importaba no le fuera en ello.
Se levantó, apuró el café a toda prisa mientras se ajustaba la corbata. Corrió, con el sueño aún en los ojos, para no perder el autobús. Fuera todavía era de noche.
Fichó a la hora de costumbre, hizo y respondió los mismos comentarios anodinos de todos los días. Llegada la hora engullió el sandwich con sabor a miércoles y volvió a sumirse en la sombra gris de aquella oficina que se le tragaba todas las mañanas, sin dejarle descanso.



Cumplida la jornada salió para coger de nuevo el mismo autobús. Fuera ya era de noche.
Siguió actuando aún entonces, con la llamada lacónica a su madre, en el beso rápido a su mujer y a los niños, casi sin tiempo, ante la televisión encendida en la que nunca había nada interesante, en el sofá hecho al hueco de su cuerpo, y la luz apagada antes de la medianoche.
Sólo, en aquella oscuridad, la conciencia despertaba con ansias de libertad, de cambiarlo todo, de rebelarse contra aquel mundo ficticio e impuesto en el que la pauta la marcaba la prisa y la falta de un tiempo inexistente para estar realmente con los demás, para ir a ver a su madre en lugar de llamarla, para quedar con los amigos, para enamorarse cada día de su mujer, jugar con los niños y apagar el televisor. para sacudirse de una vez por todas aquel cansancio persistente, vital, que lo envolvía todo.
Pero se dormía agotado y al día siguiente continuaba actuando en aquella vida que no era la suya.  
Atrapado en un acto que se repetía cada día, sobre el que nunca caía el telón.

domingo, 17 de marzo de 2013

La Estatua

Esta vez os dejo un viejo relato rescatado de mi cuaderno. Ánimo que veo que hay algún trabajo casi preparado para editar.



El borracho avanzó como de costumbre hacia el banco de la plaza, pero esta vez sus pasos eran más serenos, a esas horas todavía no había trasegado tanto como para ir a trompicones.
-Creo que es la primera vez que nos vemos estando sobríos- dijo a su interlocutor, que permaneció mudo e impasible en el banco, como si no le hubiera oído.
- Supongo- continuó el borracho- que debería aprovechar ahora a contarte cosas que nunca te he contado antes. A lo mejor hasta es un buen momento para decirte la verdad sobre quien soy y por qué estoy así.
- Bueno, te lo diré, aunque no pareces muy entusiasmado.
En efecto, su interlocutor seguía mudo e impasible sentado en el banco, como si aquello no fuera con él, a pesar de que el borracho había estado sentado a su lado otras muchas veces.
- No te contaré mi infeliz niñez- prosiguió el borracho- ni que tuve unos padres que no supieron darme afecto, ni que fui mala persona en mi juventud, que me casé y casi vuelvo loca a la mujer más buena del mundo, y tampoco te diré que no quise saber nada de mi hijo, y que he sido jugador, y que bebo para olvidarme de mí mismo. Pero sí te diré que estoy así porque quiero y porque no quiero también.
- ¿Tú lo entiendes? pues yo no, pero no se hacer otra cosa, cuando bebo olvido y cuando olvido ya ni necesito beber para olvidarme...
El borracho se levantó del banco con lentitud, apoyándose familiarmente en el hombro frio y duro, hecho de bronce, de su interlocutor.
 La estatua del banco de la plaza se le quedó mirando con ojos metálicos, quieta y callada; a sus pies un cartón de vino aplastado.

lunes, 4 de marzo de 2013

El Higienista. El pelucón


Mientras nos ponemos de acuerdo con los blogs y "desfacemos el entuerto" que tenemos, os dejo estos microrrelatos, con la esperanza de que alguna vez la Tertulia se encuentre en el blog.

El Higienista


Tiró de la cadena,
se lavó las manos abusando del jabón,
y se las miró de nuevo,
otra vez empezaban a ensuciarse.
















El pelucón


Del pelucón blanco de su abuelo salieron montones de polillas.
Nadie había vuelto a ponérselo desde que el abuelo dejara el estrado de juez.
Se preguntó si la justicia también se habría apolillado por falta de uso.

martes, 26 de febrero de 2013

El espíritu del chocolate

Ellos siempre acudían a la misma hora, cuando el sol comenzaba a teñir de rosa el horizonte por encima del lago, cuando los volcanes que lo formaban comenzaban a dejar entrever sus moles sumidas aún en sombras.
La llegada de aquel espíritu siempre le proporcionaba paz. Notó su presencia porque en la habitación, sumergida todavía en la oscuridad, se percibía una calma infinita, casi palpable. El espíritu se acomodó a su lado, sentándose en el lado libre de la cama, igual que hubiera hecho en vida. Rosa no se volvió, continuó en un duermevela agradable, sabía que el espíritu de su abuela había vuelto de nuevo aquel amanecer y se sentía feliz. La presencia duró sólo unos instantes, lo suficiente como para que se notara por unos momentos, sobre el  colchón, aquel peso carente de cuerpo.
Había otros, otros espíritus que llegaban a la misma hora, muchos amaneceres poblados de fantasmas que sólo dejaban tras sí sensaciones vagas de tristeza, de miedo, de frío y de ilusión perdida. Sólo el espíritu de su abuela le proporcionaba esa paz, como cuando estaba viva y todo a su alrededor irradiaba calma, igual que la superficie del lago en los días buenos de sol.
Había  intentado conjurar a los espíritus, se había sumado a los vecinos del pueblo cuando subían a rezar, como los antiguos, a Pascual Abaj, la piedra negra regada con cerveza y alcoholes, a la que se hacían ofrendas de comida y de huevos teñidos de colores que explotaban en un plof en cuanto se les arrojaba al fuego.
Había acudido a la iglesia del pueblo, con sus santitos vestidos con trajes de colores, a ofrecer velas, flores y plegarias, pero todo era en vano, los espíritus seguían acudiendo.
Salíó el sol esplendoroso por encima de los cráteres de los volcanes y la actividad volvió al lago en forma de barcas de pesca. Se levantó feliz, con la dicha de la aparición dentro del corazón, y se dirigió a la cocina para calentarse una buena taza de chocolate, el chocolate de hacer que compraba en el mercado del pueblo, envuelto en papel vegetal naranja. Las apariciciones de su abuela la hacían desear siempre una taza de chocolate.

sábado, 23 de febrero de 2013

La Caja de Música

Mientras os vais animando tertulianos, que ya os echo de menos en estas páginas virtuales, os dejo otro relatito.

Es inevitable, con el sonido de la música sienteo ganas de bailar, y salgo una y otra vez a moverme al compás melodioso de miles de campanitas que parecen caer en una cascada dulce y armoniosa, tan cristalina como el techo de espejo que decora mi salón de baile. Con la cabeza vuelta hacia arriba contemplo mi imagen de bailarina envuelta en tutús rosados. Me deslizo dejando que la música me invada por completo y dirija mis movimientos gráciles, y, allí está él, siempre me espera:
deja que complete una vuelta entera alrededor del diminuto taraceado del suelo, y después me tiende su mano con gesto estudiado. Por fin bailamos juntos los dos, amparando nuestros movimientos el uno en el otro, con gestos predecibles pero únicos, envueltos por la magia de la caja de música en la que bailamos ambos, cada vez que alguien abre su tapa.

martes, 19 de febrero de 2013

Incidencias fuera de ámbito

Sí, eso debe ser, las personas nos hemos convertido en incidencias fuera de ámbito. En simples daños colaterales, sin nombre, sin identidad.
Un número, o ni siquiera eso, entre millones. Por eso a nadie le importa.
Nos convertimos en algoritmos sin rostro. Así,que, qué más da: una persona más en paro, una mujer objeto de un amor descabellado, un adolescente que vive en el "todo vale" y termina asfixiado por la misma sociedad que le consintió todo, un emigrante que termina huyendo de sí mismo. Tantas víctimas, tanto sufrimiento y tanto dolor sin ente, sin historia, sin faz.
No existimos, no somos nada en un mundo en el que todo se convierte en una incidencia fuera de ámbito.
Esto es una prueba, porque veo que habeis hecho comentarios pero nadie ha publicado nada nuevo, y para estrernarlo pego esto que os leí el otro día.



Reciclar
Un hombre vil en una rata,
Una botella en la ventanilla de tu coche
Una sonrisa en un te quiero
Una latilla en una bici de montaña
Un poema en un deseo
La factura de la luz en una nota de amor
Una lágrima en un “lo siento”
Un brick en un boli azul
Un paseo en una promesa
El concho de la naranja en abono para el geranio
Un niño en un científico
Una bolsa en un adorno
Una vida en un recuerdo
Tu mirada en un hasta siempre
Tu poema en mi vida
Tu vida en mi poema
Tu en mi
Yo en ti

Se me va la pinza debería reciclarme.

un beso

lunes, 18 de febrero de 2013

Viajeros

El sonido de los tambores llena la noche cálida de Orcha. El antiguo palacio del maharajá oculta en la oscuridad las heridas del tiempo y desde sus terrazas, abiertas a las estrellas, ya no se ven los árboles del nem, donde comienza la selva en la que sólo se adentran los langures.
Nos invitan a la ceremonia, las mujeres sentadas en el suelo nos hacen hueco a su lado. El altar del señor Ram, la reencarnación de Vishnú, parece arder con el brillo de las velas. Nuestro corazón palpita al ritmo de los tambores en este rincón de la India.

enhorabuena blogeros

Hola a todos, encantada de encontrarnos en el mundo virtual a través de nuestro Caleidoscopio. le empezaremos cogiendo el truquillo a esto
Hola a todos. He recibido vuestra invitación y aquí estoy. En primer lugar os pido disculpas por no participar en la tertulia. Otras tareas me lo impiden. Pero leo vuestros correos e intento estar al tanto de lo que pasa.
Ultimamente no escribo pero sí he estado leyendo bastante. Os recomiendo El haiku de las palabras perdidas. Se que entre los tertulianos los hay que escriben haikus. Este libro es en realidad una novela en la que los haikus son los protagonistas. Un saludo. Ana Mayoral