martes, 2 de abril de 2013

La Prisa

Hola amigos tertulianos, ya veo que por aquí no ha habido mucho movimiento, no me cansaré de animaros. Puesto que ya se nos han acabado, a algunos, las vacaciones os dejo este relatito con el que a veces, me temo, nos identificaremos.



Siguió actuando como si la vida y lo que realmente le importaba no le fuera en ello.
Se levantó, apuró el café a toda prisa mientras se ajustaba la corbata. Corrió, con el sueño aún en los ojos, para no perder el autobús. Fuera todavía era de noche.
Fichó a la hora de costumbre, hizo y respondió los mismos comentarios anodinos de todos los días. Llegada la hora engullió el sandwich con sabor a miércoles y volvió a sumirse en la sombra gris de aquella oficina que se le tragaba todas las mañanas, sin dejarle descanso.



Cumplida la jornada salió para coger de nuevo el mismo autobús. Fuera ya era de noche.
Siguió actuando aún entonces, con la llamada lacónica a su madre, en el beso rápido a su mujer y a los niños, casi sin tiempo, ante la televisión encendida en la que nunca había nada interesante, en el sofá hecho al hueco de su cuerpo, y la luz apagada antes de la medianoche.
Sólo, en aquella oscuridad, la conciencia despertaba con ansias de libertad, de cambiarlo todo, de rebelarse contra aquel mundo ficticio e impuesto en el que la pauta la marcaba la prisa y la falta de un tiempo inexistente para estar realmente con los demás, para ir a ver a su madre en lugar de llamarla, para quedar con los amigos, para enamorarse cada día de su mujer, jugar con los niños y apagar el televisor. para sacudirse de una vez por todas aquel cansancio persistente, vital, que lo envolvía todo.
Pero se dormía agotado y al día siguiente continuaba actuando en aquella vida que no era la suya.  
Atrapado en un acto que se repetía cada día, sobre el que nunca caía el telón.

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