El sonido de los tambores llena la noche cálida de Orcha, el antiguo palacio del maharajá oculta en la oscuridad las heridas que le ha inflingido el tiempo y desde sus terrazas abiertas a las estrellas ya no se ven los árboles del Nem, donde comienza la selva en la que sólo se adentran los langures.
Nos invitan a la ceremonia, las mujeres sentadas en el suelo con sus saris de alegres colores nos hacen un hueco a su lado. El altar del señor ram, la reencarnación de Visnú , parece arder con el brillo de las velas, nuestro corazón palpita al ritmo de los tambores y se hace uno con los habitantes del lugar.