sábado, 23 de febrero de 2013

La Caja de Música

Mientras os vais animando tertulianos, que ya os echo de menos en estas páginas virtuales, os dejo otro relatito.

Es inevitable, con el sonido de la música sienteo ganas de bailar, y salgo una y otra vez a moverme al compás melodioso de miles de campanitas que parecen caer en una cascada dulce y armoniosa, tan cristalina como el techo de espejo que decora mi salón de baile. Con la cabeza vuelta hacia arriba contemplo mi imagen de bailarina envuelta en tutús rosados. Me deslizo dejando que la música me invada por completo y dirija mis movimientos gráciles, y, allí está él, siempre me espera:
deja que complete una vuelta entera alrededor del diminuto taraceado del suelo, y después me tiende su mano con gesto estudiado. Por fin bailamos juntos los dos, amparando nuestros movimientos el uno en el otro, con gestos predecibles pero únicos, envueltos por la magia de la caja de música en la que bailamos ambos, cada vez que alguien abre su tapa.

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